domingo, 11 de enero de 2015

Despójate.

La escarpada piel eriza todos sus poros.
Pide clemencia y hambre del choque
de nuestros senderos, donde nacen
espigas arraigadas a emoción
esas que esclavizan y subyacen donde nadie las ve.
Cuando vistas tus mejillas con el color de mi carmín
será entonces la hora de pronunciar tu nombre,
entre despliegues de taquicardias
 y venas que enrollen lo que tu bien conoces
hasta llegar a lo íntimo... donde
descarrilan los besos mas profundos
y arrebatadores se hacen los dedos
que desarropan los desamores.
Solo te pido que incluyas siempre en mi tu verso
y hoy te despojes de todos tus miedos.

"La libertad es el premio"


El otro día escuchando la radio escuché un eslogan del Euromillón que me dejó bastante insólita:


                                                          "La libertad es el premio"

Quien quisiera conseguir ese premio, ese millón de euros, y meterselos hasta por el culo.  Y es más,   ¿a quién no le agradaría comprar la libertad con ese premio...? Creo que comparar un millón de euros con la libertad es algo irrespetuoso. El dinero enferma el pensamiento. No se puede seguir al dinero y a la libertad al mismo tiempo. En el momento en que el único fin sea el "Dios Dinero" (que nunca debería ser un fin, sino un medio) serás preso de la avaricia, un encarcelado de su propia idea de libertad ya que tan solo es un barato espejismo que te acerca a la felicidad, sin saber que esa no es la manera de hallarla (aunque sea jugoso el eslogan del euromillón) sino que depende de la libertad que nos condenamos a nosotros mismos.

Alguna vez.

Alguna vez yo también fui joven. Estaba sentada allí como vosotros, ansiosa, entusiasta. Caminaba siempre por donde daba el sol y odiaba que las nubes y la lluvia me privaran de el. Alguna vez yo también fui joven y me ceñía solo a lo que yo sentía y esa era mi única verdad. Sabía saborear una sonrisa. Cuando era joven no entendía la manera de actuar de los adultos, no llegaba a comprender cuan complejos podían ser los sentimientos. Dejaba mis pies descalzos para caminar sin ataduras, dejando que mis pasos guiaran a mis piernas.Cuando era joven odiaba que no me entendieran y que pasaran por encima mía como un charco se tratase para evitar que les inundara con mi incertidumbre.

Era indefinida, falta de experiencia. Sabía pero no estaba moldeaba a la forma de la vida y mucho menos esculpida a sus errores.