domingo, 9 de diciembre de 2012

Momentos que te regalan felicidad


Hay momentos que preferirías que nunca acabasen, que nunca terminaran, que quieres hacerlos tuyos. Una canción en el momento adecuado, las palabras sinceras de la persona que más quieres, una sonrisa, un abrazo. Cuando caminas por la calle y ves felicidad en una pareja regalándose su amor, y cuando ves a los niños jugar, niños! porque son ellos los que realmente pueden aportarnos felicidad. Cuando comprendes que las cosas no van tal mal como creías. Cuando necesitas un ¡frena! y llega una persona gritándolo a voces. Cuando obtienes de cada uno lo que necesitas, o cuando sabes que puedes hacer feliz a otro. Momentos de cariño, Momentos de juegos, Momentos de picardía, Momentos de pasión, Momento de risas y payasadas, Momentos de gloria, Momentos de ansias, Momentos de emoción…
Que por más que se vuelque el tiempo sobre ti, y las memorias. Cuando descubres a otro yo, o cuando quieres volver a como antes. Por la sonrisa que nos saca los buenos recuerdos y por la buena sensación que deja al pensar en los malos y decir: ”ya pasó”. Cuando la alegría es solo alegría contenida y quieres compartirla.
Cuando la necesidad de alguien de tus palabras es casi audible y tu no las encuentras, no sabes que decir.. no importa calla sino lo sabes un abrazo puede hacer milagros

Frustraciones


Días, días oscuros, días de invierno aunque sea verano, días en los que piensas que todo puede mejorar. Días llenos de frustraciones de esas que callas por algún motivo, quizás no demasiado fuerte pero el suficiente para impedirte hablar.
Explicarlo sería absurdo porque nadie va a querer oír lo que tengas que decir, pues hay cosas más importantes. Pensamientos que van y vienen, sin un porqué exacto. Desatendida por una familia, excluida de una amiga, y apatía de un amor. Cosas que callas porque en el fondo quizás sean cosas irreales, pero te hacen sentir así.         
                
-“Son cosas de adolescentes”- que bonita es la vida cuando se dice esta frase, que tono más rosado envuelve a todo, ya se han sucumbido todos los problemas.
-Gracias, desde luego era lo que necesitaba oír- (y que se note el tono irónico)

Pero supongo que darle importancia sería el doble de absurdo, pues son frustraciones, nadie tiene la culpa de nadie, pero tiene que haber un culpable para sentirte mejor, date cuenta “culpable” de que eres tú la causa y el motivo.
Habla cuando tengas algo que decir, pero calla cuando no sepas porque quieres decirlo. Yo no sé porque lo escribo, bueno sí lo sé, en cierta manera. Un desahogo, una expresión, quizás sea por privar a uno de lo que espera, de malograr un intento, de dejar sin efecto un propósito. Cosas totalmente inevitables, pero necesarias para avanzar.
Pues son tan solo frustraciones de este adolescente que quiere madurar deprisa.

Dibagando


Hoy te digo que todo cambia, aunque a veces sea lo mismo. Que el tiempo puede avanzar sin nosotros llevándose nuestro recuerdo. Que no es fácil, pero tampoco difícil. Y entonces tenemos nuestra famosa pregunta… ¿Por qué? No lo hay, y por extraño que parezca esa es la única explicación y respuesta.
Puede comenzarse con cualquier cosa aparentemente inofensiva, ¿abre hecho bien? Quizás…
Nunca vas a saberlo, no puedes. Es difícil aceptar siempre a la opción correcta, pues es tan fácil desviarse, por amor, por odio, por desprecio, por esos celos que te terminan siempre volviendo loco. Cruzar el límite... Pero ¿Cuál? si no está marcado, se desvanece sin más, así, sin avisar ni pedir explicaciones. Y cuando paras en un momento, cuando no tienes tanta prisa y se te olvidan los descuidos, cuando te fijas en el egoísmo derrochado con quienes no deberías y buscas por algún motivo la razón de tus actos... Ni la verdad, ni la pureza, ni la esperanza, ni la inocencia pueden salvarnos de hacer mal alguno, por desgracia, así es por eso vamos directos a la consumición social, a los que el límite no les importa y aunque a otros les importaran nada podrían hacer.
Hace días una noche al pasear por una de las calles me fijé en un niño de unos tres añitos el cual intentaba por todo sus medios alcanzar una flor demasiada alta para él, y aunque intentara de todo; saltar, correr y hasta subirse en su triciclo la flor era inalcanzable, hasta que me acerqué y se la conseguí. Tan solo me regaló una simple sonrisa de esas que tanto gustan y de las que más llenan, y así sin más se fue dirigiéndose a su madre para regalarle esa flor que tanto esfuerzo le había costado.
Y son esas pequeñas cosas las que hace que te evites tantas preguntas y que le veas un poco de sentido a todo esto.

Yo y yo misma.


¿Por qué empecé a escribir?
Es tan sencillo como complejo. Empecé a muy temprana edad en cuanto supe escribir y leer adecuadamente. Por supuesto los primeros textos carecían de lógica y tan solo hablaban de las cosas que un niño ve. La mayor influencia ha sido mi abuelo, él siempre me ha incitado a leer, me recitaba poesías ya desde niña y me contaba sus historias que le fascinaban tanto a él como a mí. Lo que más solía escribir era poesía bueno más bien rimas y más tarde vinieron los diarios. Pero desde luego lo que realmente me empujó a seguir escribiendo era mi afán por recordar cuando fuera adulta las cosas que me pasaban de niña como las sentía y como las quería recordar, no con la mentalidad de un adulto sino con la de un niño, y conservar así mi pequeño mundo aún con la pasada del tiempo. Recordar en momentos difíciles lo feliz que he llegado a ser y que nunca se me olvide que esta pequeña mujer-niña sigue queriendo cambiar el mundo.