Días,
días oscuros, días de invierno aunque sea verano, días en los que piensas que
todo puede mejorar. Días llenos de frustraciones de esas que callas por algún
motivo, quizás no demasiado fuerte pero el suficiente para impedirte hablar.
Explicarlo
sería absurdo porque nadie va a querer oír lo que tengas que decir, pues hay
cosas más importantes. Pensamientos que van y vienen, sin un porqué exacto.
Desatendida por una familia, excluida de una amiga, y apatía de un amor. Cosas
que callas porque en el fondo quizás sean cosas irreales, pero te hacen sentir
así.
-“Son
cosas de adolescentes”- que bonita es la vida cuando se dice esta frase, que
tono más rosado envuelve a todo, ya se han sucumbido todos los problemas.
-Gracias,
desde luego era lo que necesitaba oír- (y que se note el tono irónico)
Pero
supongo que darle importancia sería el doble de absurdo, pues son
frustraciones, nadie tiene la culpa de nadie, pero tiene que haber un culpable
para sentirte mejor, date cuenta “culpable” de que eres tú la causa y el
motivo.
Habla
cuando tengas algo que decir, pero calla cuando no sepas porque quieres decirlo.
Yo no sé porque lo escribo, bueno sí lo sé, en cierta manera. Un desahogo, una
expresión, quizás sea por privar a uno de lo que espera, de malograr un
intento, de dejar sin efecto un propósito. Cosas totalmente inevitables, pero
necesarias para avanzar.
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